miércoles, octubre 15, 2008
Memorias de Puerto Madero
En el año 1968 a mis 20 años trabaje para DEPOCAR dique 3 sección 5ta---
me toco oficiar de apuntador a bordo del Buque Roraima en la importación de cemento Portland para las construcciones porteñas, las tareas de control y descarga a los Camiones semirremolque se realizaban en Puerto nuevo, con la condición “sine qua non” para permanecer en el codiciado puesto (en aquella época muy bien pago)… de no cometer ninguna equivocación en el conteo de las bolsas de cada lingada… una lingada era un grupo de 10 bolsas de cemento apropiadamente amarradas con una fuerte maroma de cáñamo al guinche de la inmensa grúa eléctrica que corría sobre rieles de ferrocarril a la vera del Buque de carga….
Como en todo lo que se oficia la primera vez, una cosa es la teoría y otra muy distinta es la práctica….. El trabajo era mucho mas difícil de lo que parecía, mis mejores amigos y compañeros fueron despedidos sin misericordia y a mi me toco en suerte (o quizás no) permanecer con la feroz banda pirata que oficiaba en todos los muelles del puerto de Buenos Aires….
La primer cosa que me sobresalto era ver desde el primer puente, muy al fondo en la panza del barco el ingrato trabajo de los estibadores, que sumidos en una impresionante nube de polvo verde, sudaban casi asfixiados sus agotadoras jornadas. No podían usar la ridícula mascarilla que les daban para filtrar el polvo asesino, pues en poco tiempo el ultrafino polvillo taponaba el filtro….
sudor y cemento, mala combinación para los pulmones, nunca pude acostumbrarme a esa situación…..
Después del mediodía el calvario de los apuntadores comenzaba, los estibadores hacían un alto para comer algo y atemperaban el fragor de la tarea con abundante sangría helada… se preparaba fácilmente.. Un cartón de vino tipo tetrabrik cortado en la parte superior y la mitad de un limón nadando encima, a veces lo compartían a veces no… y el cartón era el vaso…
con lo que el conteo del apuntador después de la profusa chupada, se tornaba extremadamente difícil. Nunca me voy a olvidar a un personaje que se paseaba al lado de los malacates de vapor del buque, le llamaban “Diente e leche”…. Mi amigo José Luis que compartió conmigo parte de esa historia (a el también lo echaron) no me va a dejar mentir….. Tenía la panza al aire y andaba en patas por todos lados abanicando sus pantalones cortos deshilachados por toda la cubierta, tenia los pelos al estilo del otrora famoso productor de boxeo de Cassius Clay, y le faltaban la mitad de los dientes, fruto de las continuas peleas en que se metía….¡Diente e leche! Le gritaban muertos de risa sus compañeros…… y el respondía con una voz de aguardiente mal destilado… ¡que te pasa cara jo!....
En ese ambiente me toco trabajar a bordo del Roraima, la historia de la carga a los camiones era lo que producía mas bajas entre los apuntadores y se producían diferencias en el conteo, precisamente después del almuerzo y merced a la charla del camionero que trataba por todos los medios de distraerte para conseguirse algunas bolsas de cemento….
Luego de ese periodo en Puerto Nuevo me propusieron para trabajar en el deposito central, una estructura de cemento reforzado incrustada en el cruce de Adolfo Dávila y Cangallo a la vera de los diques del puerto Bonaerense….
Me busque el desagrado del capataz de apellido Maselli cuando me pesco ayudando a los estibadores con las bolsas de café a bordo de los semis, -¡esa no es su tarea!, me apostrofo el tano Maselli… tenia una cara cuadrada y el cuello se le enrojecía cuando estaba nervioso… -¡disculpe jefe!... le conteste mientras me abotonaba la camisa… -¡solo estaba estirando los músculos!…
Los depósitos ahora son el paseo de la “Bon vivant culture” de la fauna Río Platense…”Puerto Madero” le llaman ahora a las estructuras con ladrillo arenado y portalones recién pintados…..
El puerto comenzó a irse en picada luego de la pugna entre sindicatos que termino en la reincorporación de todos los dinosaurios que pertenecían al SUPA (sindicato unidos portuarios Argentinos), el SODEA (sindicato organizado de empresarios Argentinos) que era nuestro sindicato patronal, resistió hasta donde pudo las huestes peronistas, me fui solo a vociferar en el SUPA infructuosamente y salí con la sensación de no haber aportado nada en el Universo de la Justicia social y Peronista….. No pudimos evitar el vaciamiento de los depósitos…. Y no sirvieron de nada las bobinas de acero de 3 toneladas que pusimos delante de los portones para evitar el asalto de los gremialistas …. Simplemente no dejaban entrar buques de carga a los diques y los orgullosos depositeros fallecieron por inanición.
Añoro esa brisa portuaria y el rumor de las aguas abajo de los muelles de Puerto Nuevo, aun a pesar de los rigores del invierno a la intemperie y de la brutal resolana del verano mi época en DEPOCAR siempre será un buen recuerdo.
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