miércoles, mayo 20, 2009

La Martona de Esmeralda


Adoraba esas tardes de sábado en que nos íbamos a comer unos panqueques con mi padre a “La Martona”, la misma estaba sobre la calle Esmeralda en la Capital de Argentina a un paso del Cine Real, donde disfrutábamos de variedades de Walt Disney antes de pasar a la vecina lechería, el recinto era casi espartano, la barra era una mesada de mármol entre gris y blanco y los lugares para sentarse estaban constituidos por una gruesa barra de metal enterrada en el piso con cemento y un amplio asiento de metal coronando la cima…. Sentados en esas butacas disfrutábamos del aroma que anticipaba los sabrosos platos excelentemente preparados, no había mucha variedad, pero lo que comías te hacia volver, volver y volver…. El colchón de arvejas y el panqueque con dulce de leche eran mis preferidos….
A un paso de la lechería el Teatro Maipo era fuente del Oropel y las luces nocturnas, no obstante esas noches de gala, si uno era parroquiano de la lechería podía compartir el mostrador con un apurado Adolfo Stray, Pepitito Marrone o Juan Carlos Mareco (Pinocho) quizás de paso antes del próximo ensayo…
A medida que fueron pasando los años los empleados que servían o atendían la caja entraron en una decadente metamorfosis, cabellos blancos, cierto aire de resignación…. Alguno de ellos comenzó a volverse distraído y en ocasiones los clientes reclamaban….. El ambiente comenzó a enrarecerse, gente extraña frecuentaba las calles, el cine real para niños fue empalideciendo y transformándose, pronto y a consecuencia de las sucesivas crisis el espacio de la lechería se redujo a la mitad, parecía como si una mano gigante hubiese serruchado la lechería exactamente a la mitad…. Hasta el cartel estaba cortado al justo medio….. Parecía un grito de protesta, no puedo negar que se me estrujo el corazón al ver el retroceso del comercio, pude imaginarme mil razones, pero esencialmente solo había una….. Financiera y económica ……
La mítica esquina porteña de Corrientes y Esmeralda vio apagarse lentamente el fulgor y esplendor de una época donde todavía sobraba un poco para comerse un panqueque de dulce de leche….. Una marea oscura y angustiada por la búsqueda del sustento diario se abrió paso sin misericordia por las calles y dio lugar a multitud de cantantes mendigos, a artistas del momento fugaz del transeúnte, a las frías cifras del marketing y la comercialización…
A veces camino como fantasma por esas calles y descubro algún reflejo de esos tiempos, pero rápidamente se sumerge en ese mar grisáceo de rostros circunspectos…….
Quisiera, por supuesto, encontrar la solución sublime para la mediocridad y la chatura en que nos obligan a vivir, pero ese daguerrotipo encajado en una época solo tiene lugar en el baúl de mis recuerdos…..
Añoro esas tardes de sábado cuando de la mano de mi padre volvíamos a la antigua lechería de la calle Esmeralda…

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